29 de abril de 2015

Bufonada geopolítica

The Interview (The Interview, 2014)

Dirección: Evan Goldberg y Seth Rogen
Guión: Dan Sterling
Intérpretes: James Franco, Seth Rogen, Lizzy Caplan, Randall Park, Diana Bang, Timothy Simons
Fotografía: Brandon Trost
Música: Henry Jackman

De una película que despertó la ira del régimen norcoreano, antes incluso de su estreno, con el ataque informático a Sony Pictures incluido, se esperaba, inevitablemente, una cierta inteligencia propia de cualquier sátira capaz de abordar temas tan delicados. Al contrario, lejos de saciar tan altas expectativas, The Interview cuenta con más bien poca perspicacia y mucha de la inconsciencia de quien se burla, indistintamente, tanto de lo más banal como de lo peligroso. Dirigida por Evan Goldberg y Seth Rogen, la película resulta, por momentos, divertida, gracias, sobre todo, a un James Franco un poco pasado de vueltas pero, en cualquier caso, muy carismático. A su lado, Rogen busca un contrapunto que no acaba de cuajar, aunque le sirva para dejar en bandeja a su amigo todo el lucimiento.

Es difícil decir si nos encontramos ante una buena oportunidad perdida o, simplemente, ante una comedia sin pretensiones cuya repercusión la ha sobredimensionado. De lo que sí ha servido, en todo caso, es para recordarnos que al totalitarismo la ironía le resulta indiferente (según nos enseñó Berlanga) pero responde furibundo ante la obviedad y la brocha gorda. Cualquier debate político o artístico generado por las parodias a costa del dictador Kim Jong-un de este filme es mucho más interesante que sus propias bufonadas y, a la vez, una paradoja sobre el valor mismo de la propuesta.

Tratando de poner cierta distancia, cabe decir que la historia arranca con fuerza pero se desinfla a medida que avanza. Aparenta ser rompedora, pero se sostiene sobre una estructura algo arquetípica y no cuenta con buenos secundarios (a excepción de algún que otro cameo). Aun así, es entretenida y, aunque algo tonta, tiene dos o tres buenas ideas destacables. Además, transmite la frescura (como ocurría con Malditos vecinos) de un grupo de actores que, aparentemente, han disfrutado mucho rodándola, cosa que -parece mentira- ocurre cada vez menos.

Recomendado para espectadores de risa fácil y algo ingenuos.
No recomendado para quienes acudan a ella por el 'hype' de toda la polémica.

21 de abril de 2015

Engaños con estilo

Focus (Focus, 2015)

Dirección y guión: Glenn Ficarra y John Requa
Intérpretes: Will Smith, Margot Robbie, Rodrigo Santoro, Stephanie Honore, BD Wong, Adrian Martinez, Robert Taylor
Fotografía: Xavier Pérez Grobet
Música: Nick Urata

Tras el batacazo que supuso After Earth (2013) en su carrera, que hasta entonces llevaba tiempo siendo una concatenación de éxitos de taquilla, Will Smith ha decidido jugársela poniendo a prueba su carisma y, así, demostrar que sigue cayendo bien a todo el mundo. Dirigida por Glenn Ficarra y John Requa, Focus es una historia de estafadores muy convencional, con casi todos los clichés del género y un afán evidente de resultar moderna, dinámica y estilosa. Su mejor baza es, sin duda, la gran química entre Margot Robbie y el propio Smith, cuyo encanto aporta toda la gracia y simpatía que el guión no posee (a excepción de algunos diálogos). Gracias a ellos, la película alcanza sus objetivos estéticos, encarnando en cada plano la sensualidad y sofisticación que pretenden sus trajes de diseño, su música discotequera y sus exóticas localizaciones.

No se puede negar que la propuesta, al menos, funciona. Resulta muy entretenida y, por momentos, sexy y divertida. Pero, más allá de eso, tiene también un punto hortera que la aleja de algunas películas de Scorsese en las que parece mirarse (sobre todo, en la primera parte) como Uno de los nuestros (1990) o Casino (1995). Por otro lado, el romance es lo suficientemente verosímil como para sostener la historia, a pesar de que, en conjunto, hay poco contenido tras su cuidada forma.

Los directores de la ingeniosa Crazy, Stupid, Love (2011) han creado, en definitiva, toda una estructura al servicio de la distracción del espectador. Como buenos trileros, se han encargado de que el público no descubra sus trucos hasta el final, aunque, como suele pasar, para sorprenderle haya también que tomarle un poco el pelo. Como ejercicio narrativo sobre la construcción de un engaño, cosa que ya hemos visto muchas veces, es eficaz. Desgraciadamente, no va mucho más allá de eso, le falta sustancia e incluso puede resultar superficial.

Recomendado para ludópatas del engaño y la sensualidad.
No recomendado para quienes anden siempre buscando los ases en las mangas del mago.

14 de abril de 2015

Los últimos días de Pier Paolo

Pasolini (Pasolini, 2014)

Dirección y guión: Abel Ferrara
Intérpretes: Willem Dafoe, Ninetto Davoli, Riccardo Scamarcio, Valerio Mastandrea, Adriana Asti, Maria de Medeiros
Fotografía: Stefano Falivene

Probablemente, la etiqueta de biopic se ha utilizado mal en tantas ocasiones que ha terminado por desvirtuarse su verdadera significado. En teoría, en este género tan del gusto de la Academia de Hollywood, solo entrarían aquellas películas que narran la biografía completa de un personaje real. Quedarían fuera, por lo tanto, las que, a veces con mejores resultados, deciden centrarse en un solo episodio de la vida del sujeto en cuestión, como ocurría en la reciente Selma (2014) o la simpática Hitchcock (2012). En esta misma línea, Pasolini cuenta los últimos días del polémico director, escritor y poeta que fue asesinado poco después del estreno del que fue su último filme, Saló, o los 120 días de Sodoma (1975). La visión de Abel Ferrara sobre su protagonista es de veneración absoluta, lo que convierte a la historia en una reflexión melancólica sobre los desencuentros entre la libertad artístico-personal y la sociedad de la corrección.

Quizás el mayor acierto de esta cinta, hasta cierto punto modesta, ha sido dar con el tono adecuado. Alejada absolutamente del morbo o el sensacionalismo que, en muchas ocasiones, rodea la figura de Pasolini, el guión marca un ritmo pausado donde las palabras tienen un gran peso y hay espacio para consideraciones complejas y matices. El director de Teniente corrupto (1992), sorprendentemente, toca aquí un registro poco habitual para él, puede que, de alguna forma, sintiéndose deudor de la obra del cineasta italiano y, de ahí, ese aire de mitificación. El caso es que la propuesta destila ternura, realismo y cierta lírica en casi cada secuencia y, al mismo tiempo, deja un regusto amargo con una profundidad muy valiosa.

Como suele ocurrir en este tipo de películas, su actor principal, Willem Dafoe realiza un trabajo meticuloso y sutil, a pesar de la extraña distancia que supone el hecho de haber rodado en inglés. Pero, salvando esta cuestionable decisión, el resultado es honesto, conmovedor, hermoso en su conjunto y, también, lleno de tristeza. Pasolini nos presenta el final inevitable de un creador sabio y vehemente para un mundo siempre varios pasos por detrás de los más grandes.

Recomendado para interesados en el testamento emocional de un cineasta único.
No recomendado para quienes menosprecien el valor de la libertad artística.

7 de abril de 2015

Implacable drama criminal

El año más violento (A Most Violent Year, 2014)

Dirección y guión: J.C. Chandor
Intérpretes: Oscar Isaac, Jessica Chastain, Albert Brooks, David Oyelowo, Christopher Abbott, Peter Gerety
Fotografía: Bradford Young
Música: Alex Ebert

A pesar de lo que pueda sugerir el título, no nos encontramos ante una película de acción trepidante, matanzas o tiroteos excesivos. El año más violento al que se hace referencia (concretamente, el invierno de 1981) funciona más como el contexto de un Nueva York hostil en el que no había espacio para hombres honestos. El filme cuenta la historia de Abel Morales (Oscar Isaac), un inmigrante que trata de sacar adelante a su familia con negocios honrados hasta que la corrupción pone en peligro todo lo que había logrado construir hasta el momento. El director, J.C. Chandor, filma con precisión y elegancia el drama de este tipo normal y su angustioso enfrentamiento contra las mafias de la ciudad y la putrefacción de un sistema comercial dominado por ladrones, estafadores y asesinos.

La película recuerda mucho por su ambientación, su dirección artística y fotografía a El Padrino (1972), incluido su protagonista cuyas motivaciones y punto de vista resultan muy similares a las del joven Michael Corleone que interpretó Al Pacino. En este sentido, la cinta combina ejemplarmente, como ya hizo la trilogía de Coppola, un guión sólido con una visión moderna de lo que explica, sin renunciar al aroma clásico de los gángsters en blanco y negro. Así, Chandor toma sin complejos el relevo del drama criminal riguroso que pudimos ver, en su momento, en propuestas como Érase una vez en América (1984) de Sergio Leone o en la filmografía más representativa de Sidney Lumet

Por su parte, Jessica Chastain aporta una interpretación moderadamente deliciosa cuya magia especial hace desear al espectador que aparezca más en pantalla según transcurren los minutos. También es cierto que la narración se toma su tiempo pero, sostenida sobre una estructura meticulosa, consigue avanzar con seguridad construyendo una intriga inteligente. El problema es que, en realidad, su aportación al género, frente a las grandes obras antes mencionadas, es menor y, pese a su alta calidad, corre el riesgo de quedar como una simple recreación formal. No obstante, sus cualidades son muchas como para rebajarla por comparación con sus hermanas mayores. Al fin y al cabo, su amarga mirada sobre la realidad del sueño americano y la contundencia con que destruye ciertos ideales capitalistas son ya valía suficiente como para tenerla en consideración como producto más que estimable.

Recomendado para nostálgicos del buen cine criminal de los setenta.
No recomendado para quienes desprecien el valor narrativo de la violencia no explícita.