8 de junio de 2015

Aventuras de parque temático

Tomorrowland: El mundo del mañana (Tomorrowland, 2015)

Dirección: Brad Bird
Guión: Damon Lindelof, Jeff Jensen y Brad Bird
Intérpretes: Britt Robertson, George Clooney, Hugh Laurie, Raffey Cassidy, Judy Greer, Kathryn Hahn
Fotografía: Claudio Miranda
Música: Michael Giacchino 

Resulta curioso que, en el momento de más poder en la industria de la historia de Disney (tras adueñarse de Pixar, Marvel y Lucasfilm), sea cuando la emblemática compañía sienta la necesidad más evidente de subrayar su propia identidad. Ahí tenemos las recientes adaptaciones con actores de carne y hueso de Alicia en el país de las maravillas (2010), Maléfica (2014) y Cenicienta (2015), a las que, muy pronto, seguirán las ya anunciadas versiones de acción real de El libro de la selva, La bella y la bestia, Mulán, La sirenita y Dumbo. Ante esta absurda vorágine autorreferencial que se nos avecina, hay que valorar que Tomorrowland: El mundo del mañana trate, al menos, de ampliar el imaginario disenyano con material puramente original, ya que, a excepción de Frozen (2013), hace años que este gigante del entretenimiento no ofrece nada que valga la pena y no sea creación de alguna de sus filiales.

La película tiene la peculiaridad de basarse en EPCOT, el parque temático futurista situado en el Walt Disney World Resort y que es el segundo más antiguo e icónico de la franquicia después de Magic Kingdom. A partir de ese concepto utópico de ciudad del mañana, Brad Bird y Damon Lindelof han desarrollado un fabuloso mundo tecnológico y secreto donde habitan las personas más inteligentes del planeta. Desgraciadamente, llevado a la práctica, guionista y director han desaprovechado sus infinitas posibilidades. El argumento del filme versa sobre la obsesión de una adolescente por conocer ese lugar fantástico y, para ello, hará todo lo posible por llegar hasta él. Este relato, algo así como El mago de Oz (1939) contado al revés, tiene una factura visual muy cuidada y se nota que Bird tiene una habilidad especial para dirigir aventuras al estilo más clásico. 

Sin embargo, el guión tarda demasiado en arrancar, es lento y demora innecesariamente la aparición del aliado de la protagonista (Clooney) y más todavía la del muy decepcionante villano interpretado por Hugh Laurie. Por otro lado, la cinta tiene un mensaje positivo y optimista muy valioso, que permite al espectador soñar con cambiar las cosas y hacer de nuestra realidad un sitio más habitable. El problema es que la trama se enreda en teorías de física cuántica al estilo Interstellar (2014), lo que, probablemente, sea demasiado complejo para los niños. En cambio, desde el punto de vista adulto, el conjunto puede parecer algo ingenuo. Una combinación, en definitiva, muy mal planteada.

Quizás le falta algo de arrojo a la hora de adentrarse de verdad en ese país de las maravillas que no acaban de mostrarnos del todo. El público quiere saber más cómo funcionan allí las cosas, por lo que más metraje dedicado a una aventura allí dentro hubiera sido de agradecer. Por otro lado, la propuesta contiene ideas muy acertadas y hermosas como la secuencia de la torre Eiffel, así que, aunque sea por ciertos destellos de genialidad, la peripecia puede llegar a valer la pena.

Recomendado para nostálgicos del espíritu del Walt Disney urbanista. 
No recomendado para aquellos adultos que hayan perdido su capacidad de soñar desde la ingenuidad.

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