28 de mayo de 2014

Desganada crónica rosa

Grace de Mónaco (Grace of Monaco, 2014)

Dirección: Olivier Dahan
Guión: Arash Amel
Intérpretes: Nicole Kidman, Tim Roth, Milo Ventimiglia, Paz Vega, Parker Posey, Frank Langella, Robert Lindsay
Fotografía: Eric Gautier
Música: Christopher Gunning

Puede que tenga razón su director y Grace de Mónaco (aunque lo parezca) no sea un biopic; sin embargo, visto el resultado, quizás hubiera sido mejor que lo fuera. La visión de Olivier Dahan sobre la famosa estrella de Hollywood que se convirtió en princesa es estética y formalmente el clásico cuento de hadas (en el peor de los sentidos). La historia cuenta un breve periodo de tiempo de la vida de Grace Kelly, concretamente, su dura adaptación al estilo de vida en palacio como esposa de Rainiero III, en un momento de crisis personal (en la que se plantea volver al cine) y conflictos políticos en el principado en cuya resolución ella tendrá un papel importante.

De entrada, destaca el gran trabajo interpretativo de Nicole Kidman que, sin embargo, no logra dar interés a la cursi y lineal narración con demasiados aires de telefilme en la que se ve envuelta. La estructura del guión mantiene una distancia absurda con el universo emocional de la protagonista, dedicándose más a mostrárnosla como una modelo de anuncio de perfume que acercarnos a su insatisfacción y conflictos internos. Por eso, a pesar de la entrega de la actriz (y éste es quizás el problema más grave), no se consigue que, en ningún momento, dejemos de ver a Nicole Kidman interpretando; es decir, pesan demasiado su imagen y su actuación por delante de un personaje tan mítico que nunca llega a estar presente del todo.

El resto del reparto, en cambio, está plagado de secundarios demasiado caricaturizados: un príncipe encarnado de forma muy rígida por Tim Roth, Maria Callas con la cara (y poco más) de Paz Vega y unos ridículos Alfred Hitchcock, Charles de Gaulle o Aristóteles Onasis que rozan lo paródico. Todo para explicarnos la transformación cursi y predecible de Grace como la gran salvadora de Mónaco (sea cierto o no) con muy poca credibilidad. En resumen, la película naufraga porque aburre, no sabe escapar de los convencionalismos de siempre y por su nula capacidad de sorpresa. Glamour tiene (bastante) y elegancia le sobra. No le hubiera venido mal buscar una manera más arriesgada de abordar el relato, tan banal como la crónica rosa de algunas revistas del corazón. 

Recomendado para asiduos al papel couché y vacuidades semejantes (o fans de la Kidman).
No recomendado para quienes esperen un biopic con interés o una buena tensión dramática.

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