31 de mayo de 2014

Estimulante distopía

Rompenieves (Snowpiercer, 2013)

Dirección: Bong Joon-Ho
Guión: Bong Joon-Ho y Kelly Masterson
Intérpretes: Chris Evans, Tilda Swinton, Jamie Bell, John Hurt, Ed Harris, Song Kang-Ho, Octavia Spencer
Fotografía: Kyung-Pyo Hong
Música: Marco Beltrami

El uso del tren como escenario de la acción dramática ha sido clave en la historia del séptimo arte para directores como Alfred Hitchcock, películas míticas del género negro y hasta algunas comedias como Con faldas y a lo loco (1959). Sin embargo, aunque también el cine de acción se había servido de este recurso, nunca antes había explotado de forma tan directa su valor metafórico. El director surcoreano Bong Joon-Ho, que ya consiguió introducir en una cinta de terror con monstruo como The Host (2006) grandes dosis de denuncia política, parece haberse especializado en potenciar mensajes comprometidos sin renunciar a los patrones del cine de género. Rompenieves nos sitúa en un futuro distópico en el que un fallido experimento para solucionar el problema del calentamiento global ha llevado al planeta a una nueva era glacial. Como en una reinvención postapocalíptica del arca de Noé, los únicos supervivientes habitan en el interior de un tren que recorre el mundo con un motor de movimiento eterno; lo que, en esencia, es una visión hiperbólica de la sociedad actual: no deja de avanzar pero no va a ninguna parte.

Claustrofóbica, violenta y reflexiva, con toques dramáticos nada desdeñables, construye con inteligencia una estructura narrativa más propia de un videojuego (pero visualmente muy estimulante), en la que un hierático Chris Evans encabezará desde el vagón de cola (el de la clase oprimida) una revolución para derrocar al dictador que vive con todo tipo de lujos en "primera clase". El filme conecta perfectamente con el estado de indignación contemporáneo contra las desigualdades y la opresión, llevándolo al extremo de la estética de la ciencia-ficción clásica, el cómic y el cine soviético; tres patrones que convergen en el delicioso personaje de Tilda Swinton y su magnífica interpretación.

Una vez más, Bong Joon-Ho da una lección de espectáculo con músculo y cerebro, sin miedo al exceso ni a las pinceladas pseudofilosóficas. Rompenieves es un entretenimiento de calidad, con hallazgos muy originales (el tiroteo en la curva, la lucha en la oscuridad...) y sin escatimar en crítica social y matices que dejan la puerta abierta a distintas interpretaciones. A ver si toman nota los reyes del blockbuster en Hollywood y empiezan, de una vez, a subir un poco el listón.

Recomendado para aficionados al cine de acción que entretiene y hace pensar.
No recomendado para espectadores sensibles a la violencia y la contundencia de ciertas metáforas sociales.

28 de mayo de 2014

Desganada crónica rosa

Grace de Mónaco (Grace of Monaco, 2014)

Dirección: Olivier Dahan
Guión: Arash Amel
Intérpretes: Nicole Kidman, Tim Roth, Milo Ventimiglia, Paz Vega, Parker Posey, Frank Langella, Robert Lindsay
Fotografía: Eric Gautier
Música: Christopher Gunning

Puede que tenga razón su director y Grace de Mónaco (aunque lo parezca) no sea un biopic; sin embargo, visto el resultado, quizás hubiera sido mejor que lo fuera. La visión de Olivier Dahan sobre la famosa estrella de Hollywood que se convirtió en princesa es estética y formalmente el clásico cuento de hadas (en el peor de los sentidos). La historia cuenta un breve periodo de tiempo de la vida de Grace Kelly, concretamente, su dura adaptación al estilo de vida en palacio como esposa de Rainiero III, en un momento de crisis personal (en la que se plantea volver al cine) y conflictos políticos en el principado en cuya resolución ella tendrá un papel importante.

De entrada, destaca el gran trabajo interpretativo de Nicole Kidman que, sin embargo, no logra dar interés a la cursi y lineal narración con demasiados aires de telefilme en la que se ve envuelta. La estructura del guión mantiene una distancia absurda con el universo emocional de la protagonista, dedicándose más a mostrárnosla como una modelo de anuncio de perfume que acercarnos a su insatisfacción y conflictos internos. Por eso, a pesar de la entrega de la actriz (y éste es quizás el problema más grave), no se consigue que, en ningún momento, dejemos de ver a Nicole Kidman interpretando; es decir, pesan demasiado su imagen y su actuación por delante de un personaje tan mítico que nunca llega a estar presente del todo.

El resto del reparto, en cambio, está plagado de secundarios demasiado caricaturizados: un príncipe encarnado de forma muy rígida por Tim Roth, Maria Callas con la cara (y poco más) de Paz Vega y unos ridículos Alfred Hitchcock, Charles de Gaulle o Aristóteles Onasis que rozan lo paródico. Todo para explicarnos la transformación cursi y predecible de Grace como la gran salvadora de Mónaco (sea cierto o no) con muy poca credibilidad. En resumen, la película naufraga porque aburre, no sabe escapar de los convencionalismos de siempre y por su nula capacidad de sorpresa. Glamour tiene (bastante) y elegancia le sobra. No le hubiera venido mal buscar una manera más arriesgada de abordar el relato, tan banal como la crónica rosa de algunas revistas del corazón. 

Recomendado para asiduos al papel couché y vacuidades semejantes (o fans de la Kidman).
No recomendado para quienes esperen un biopic con interés o una buena tensión dramática.

16 de mayo de 2014

Más allá del 'carminismo'

Carmina y amén (2014)

Dirección y guión: Paco León
Intérpretes: Carmina Barrios, María León, Paco Casaus, Yolanda Ramos, Estefanía de los Santos, Manolo Solo, Mari Paz Sayago
Fotografía: Juan González Guerrero
Música: Varios

Tras generar un encendido debate sobre la distribución en el cine con Carmina o revienta (2012), Paco León recupera el personaje interpretado por su madre para dar un paso hacia delante en su carrera como cineasta. A diferencia de la que fue su ópera prima, Carmina y amén va más allá del experimento hiperrealista para construir una historia de principio a fin, más convencional en muchos aspectos pero, sobre todo, mucho más madura. El argumento, que bien podría haber ideado Azcona, cuenta cómo, tras la repentina muerte de su marido, Carmina decide no dar parte de la defunción hasta pasados dos días para así poder cobrar la paga extra que él tenía pendiente. A partir de ahí, el filme deambula entre la comedia de enredos con cadáver, el falso documental y el drama social más áspero para, sin terminar de definirse, cerrar el círculo con una vitalista declaración de intenciones.

Entre el cine de Almodóvar y el de Fernando León de Aranoa, igual que la primera entrega, la película encuentra un tono cercano al posthumor muy difícil de definir que, sin embargo, consigue momentos brillantes como la escena del velatorio, con diálogos que parecen verdaderos pedazos de realidad filmados. Esperpéntica, irónica, grotesca y natural, el espíritu de la cinta sigue muy ligado a la incomensurable personalidad de Carmina Barrios aunque, esta vez, acompañada de un guión, por momentos, algo mecánico pero mejor estructurado. En cualquier caso, su sola presencia continúa aportando esa fuerza desbordante de mujer luchadora que puede contra las situaciones más adversas. María León y Yolanda Ramos acompañan en su cruzada a esta peculiar heroína de extrarradio, así como un costumbrista abanico de secundarias entre las que la supuesta amiga de la reina Sofía sigue teniendo una gracia especial.

De esta manera, Paco León insiste en extraer la universalidad del andalucismo que tan bien conoce aunque, en lugar de caer en la burda repetición del gag, lo aborda como un nuevo reto narrativo por el que ha sabido afinar la mirada sociológica. La valentía del actor de la serie Aída como realizador está, sin duda, al nivel de la de Carmina enfrentándose a la muerte; una fuerza, la de ambos, encomiable y sobrecogedora.

Recomendado para "carministas" reconocidos y posibles nuevos adeptos.
No recomendado para los que sean más del gusto de realidades adornadas.

13 de mayo de 2014

Aprendiz de Woody Allen

Aprendiz de gigoló (Fading Gigolo, 2014)

Dirección y guión: John Turturro
Intérpretes: John Turturro, Woody Allen, Sharon Stone, Sofia Vergara, Vanessa Paradis, Liev Schreiber
Fotografía: Marco Pontecorvo
Música: Abraham Laboriel y Bill Maxwell

Pocas han sido las ocasiones en que, a lo largo de su carrera, hemos podido ver a Woody Allen participando en una película solamente como actor. Desde que ganó el Oscar por Annie Hall (1978) que le consagró como director, únicamente ha intervenido (sin firmar el guión ni estar detrás de la cámara) en los filmes Escenas en una galeria (1991) y Cachitos picantes (2000), además de poner la voz al protagonista de Hormingaz (1998) y hacer algunas colaboraciones no acreditadas. Es por esto que, para los fans de la faceta interpretativa del genio de Manhattan, Aprendiz de gigoló puede resultar un plato de muy buen gusto.

Es curiosa la inversión de roles que John Turturro (más habitual como actor que cineasta) ha llevado acabo con este proyecto; y más, teniendo en cuenta que ha escrito la historia a medida de la neurótica personalidad de Allen. Ambientada íntegramente en Nueva York, cuenta la relación de un viejo librero judío y un tímido florista con una desesperada situación financiera hasta que ven, por casualidad, la oportunidad de introducirse en el negocio de la prostitución masculina: el primero como proxeneta y el otro como gigoló. 

El resultado, inevitablemente, se asemeja mucho a lo que podría ser una comedia menor del propio Woody. El jazz de su banda sonora, la forma en que están montados los planos, la fotografía e incluso los chistes sobre sexo y psicoanálisis no le hacen ningún favor por agravio comparativo. Por otro lado, llama la atención que sea ésta, paradójicamente, la cinta más judía en la que Woody Allen haya intervenido, mucho más que cualquiera de su propia filmografía. 

No obstante, la película no aburre, tiene algunos diálogos bastante inspirados y un reparto de lujo entre quienes destacan las mujeres: Sofia Vergara y Sharon Stone (en busca de un amante de calidad) y Vanessa Paradis (como viuda judía). Turturro trata el tema con delicadeza y su personaje, como el de Allen, produce mucha ternura, con lo que se perdona, en parte, ciertas inverosimilitudes de la propuesta. Además, a pesar de quedarse a medio camino entre una profundidad que no trasciende y un humor que no termina de brillar, destila una modestia poco común por la que resulta un producto más que estimable.

Recomendado para nostálgicos del Woody Allen actor.
No recomendado para alérgicos al humor judío (algo descafeinado).