20 de marzo de 2014

Retrato de un combatiente

Dallas Buyers Club (Dallas Buyers Club, 2013)

Dirección: Jean-Marc Vallée
Guión: Melisa Wallack y Craig Belton
Intérpretes: Matthew McConaughey, Jared Leto, Jennifer Garner, Steve Zahn, Dallas Roberts, Denis O'Hare
Fotografía: Yves Bélanger
Música: Varios

La historia real de un grupo de seropositivos que luchan contra su enfermedad es un material con una gran carga emotiva y, al mismo tiempo, algo peligroso. Al abordar una temática tan delicada se corre el riesgo de caer fácilmente en el sentimentalismo, el discurso moralista y el melodrama televisivo. Uno de los mayores logros de Dallas Buyers Club es esquivar todas esas posibilidades para centrarse en el políticamente incorrecto personaje interpretado por Matthew McConaughey. El retrato de Ron Woodroof, cowboy texano, mujeriego y drogadicto al que los médicos le pronostican un mes de vida tras descubrir que es portador del VIH, rompe todos los esquemas que consagraron anteriormente filmes como Philadelphia (1993). Su rebelión contra el entorno, su condición y contra todo el sistema nada tiene que ver con la lucha desde el victimismo que contenía la cinta protagonizada por Tom Hanks. Claro que los tiempos han cambiado y tan necesarias fueron las formas de aquella como lo son ahora las de ésta.

Jared Leto, por su parte, encarna a Rayon, un transexual que comparte con Ron unas imparables ganas de vivir. La combinación de ambas interpretaciones, junto a su espectacular transformación física, tiene algo de hipnótico y consigue introducirnos en el relato de manera inmediata. Ambos actores han cogido sus roles con fuerza y se han entregado enteramente a ellos. No es de extrañar que hayan encandilado este año a la Academia de Hollywood que les ha otorgado el Oscar a Mejor Actor Protagonista (McConaughey) y Mejor Actor de Reparto (Leto).

No obstante, el guión no es nada del otro mundo. Como pasaba también en Philomena (2013), salvando las distancias, la historia son los personajes. El desafío a las industrias farmacéuticas podría habernos llevado por una compleja trama de enfrentamientos judiciales o derivar hacia el thriller pero es obvio que eso no es lo que al director le interesa. De lo que se trata aquí es de mostrarnos la evolución de este anti-héroe de la américa profunda que pasa de ser un homófobo intolerante al distribuidor más importante de medicinas antivirales alternativas y, así, convertirse en un cierto referente para el colectivo gay. Todo esto, sin perder la complejidad de su carácter ególatra. Además, se agradece que se recurra muy poco a escenas de la reivindicación de la tolerancia (como el momento en el supermercado) para detenerse en definir al detalle la amistad entre Ron y Rayon que es donde reside la verdadera reflexión de todo el conjunto y aporta los momentos más tristes, divertidos y hermosos.

Recomendado para los que busquen una reinvención honesta de las historias sobre seropositivos.
No recomendado para homófobos sin intención de evolucionar.

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