23 de febrero de 2014

Latigazos históricos

12 años de esclavitud (Twelve Years a Slave, 2013)

Dirección: Steve McQueen
Guión: John Ridley
Intérpretes: Chiwetel Ejiofor, Michael Fassbender, Benedict Cumberbatch, Brad Pitt, Paul Giamatti, Paul Dano, Sarah Paulson, Lupita Nyong'o
Fotografía: Sean Bobbitt
Música: Hans Zimmer

La esclavitud es uno de los tema clave para entender la historia de Estados Unidos por lo que, necesariamente, ha dado lugar a un gran número de películas e interesado a importantes directores tan diferentes como Spielberg, Tarantino o Lars Von Trier. Y aunque puede que el público europeo viva el asunto con algo más de distancia, por su violencia y carácter universal, finalmente, conmueve a todo el mundo. Llegados a este punto, cuando ya parecía haberse dicho todo sobre la cuestión, aparece Steve McQueen con una propuesta nueva: narrativamente refrescante en su sobriedad, que se toma en serio la problemática y sus personajes, rigurosa y muy valiente. 

Uno de los giros clave que aporta la visión del director de la angustiante Shame (2011) es que su protagonista, Solomon Northup, no es un esclavo, sino un culto músico negro que vive con su familia en el Nueva York de 1850. Tras compartir una copa con dos desconocidos, descubre que ha sido drogado para, finalmente, ser secuestrado y vendido para trabajar en una plantación de Louisiana. De esta manera, 12 años de esclavitud, con un sencillo relato, no solamente trata sobre la explotación, la falta de dignididad y la opresión, sino también de los que, por necesidad o por vileza, contribuyeron a todo lo que sucedió. Habla de esclavos y esclavistas, de blancos de buen corazón (Brad Pitt) y blancos miserables (Michael Fassbender), y de los que lucharon y los que miraron hacia otro lado.

La osadía del filme reside en la dureza de su exposición, sin dejar a nadie libre de culpa, acompañado de un tono casi documental que lo emparenta en la línea de otras cintas sobre el holocausto judío. Probablemente, calificarla como la película definitiva sobre la esclavitud sea algo exagerado, pero lo que no podemos negar es que es un producto totalmente distinto a lo que habíamos visto hasta ahora.

Además, sumando a la excelencia expositiva, encontramos el trabajo de los actores. Chiwetel Ejiofor encarna con gran entereza y credibilidad al héroe que deberá recuperar su libertad. Junto a él destaca la joven Lupita Nyong'o, en el papel de la esclava Patsey que es maltratada y violada por su escalofriante amo (Fassbender), y cuyo sometimiento resulta tan abominable como lleno de matices. En definitiva, McQueen prácticamente ha plasmado una porción de realidad que deja en evidencia (una vez más) el lado más repulsivo del alma humana. Un testimonio sin pudor ni censura, en el que los latigazos se ven, se escuchan y se sienten hasta resultar casi insoportables para el público tanto como para sus protagonistas.

Recomendado para amantes del cine histórico sin remilgos.
No recomendado para espectadores sensibles a los efectos reales de la violencia.

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