31 de marzo de 2013

Barcelona apocalíptica

Los últimos días (2013)

Dirección y guión: Àlex Pastor y David Pastor
Intérpretes: Quim Gutiérrez, José Coronado, Marta Etura, Leticia Dolera, Iván Massagué.
Fotografía: Daniel Aranyó
Música: Fernando Velázquez

Que el cine español ha logrado en los últimos años (lustros más bien) desacomplejarse en cuanto a sus historias y madurar comercialmente, en la línea de, por ejemplo, el cine francés, es ya más que un hecho. Atrás ha quedado el estereotipo de cine social o de películas sobre la guerra civil que si bien todavía existen (porque así debe ser), ya no son la mayoría. 

La valentía tanto de los productores como de los cineastas llevando a la gran pantalla filmes de gran presupuesto y géneros (y subgéneros) variopintos y arriesgados han roto la barrera psicológica que le negaba credibilidad a ciertas historias. El principal logro de los hermanos Pastor es, por un lado, situarnos en una Barcelona devastada, incluyendo sin ningún rubor lugares emblemáticos, estaciones de metro concretas, calles y edificios integrándolos en la aventura de los protagonistas como haría de forma natural un cineasta americano si el escenario fuera Nueva York. Por otra parte, tomarse en serio lo que nos están contando. Por mucho que no estemos acostumbrados, es Barcelona y no es una parodia. En ese sentido, tienen ganado el pulso con el espectador desde el minuto uno.

Los últimos días no tiene nada que envidiar a ninguna película estadounidense de temática similar y, en cambio, sí mucho de lo que presumir. Para empezar, cuentan con unos actores totalmente entregados a la causa, tanto física como emocionalmente, destacando a José Coronado que sorprendentemente se ha convertido con el tiempo en el gran actor que nadie esperaba que fuese nunca. También juega a favor un guión firme pero sutil, con un misterioso punto de partida que funciona mejor cuanto menos se explica y una narración en flashbacks clásica pero elegante. Finalmente, la voluntad de hablar de nosotros mismos, de nuestro mundo (el nuestro, no uno inventado) derrumbándose ante nuestros ojos y de poner en tela de juicio a los políticos, los medios de comunicación, incluso a nuestros propios vecinos le otorga agudeza y profundidad a un producto que fácilmente hubiera podido quedarse en un superficial compendio de escenas de acción e imágenes sugerentes. 

Aunque en conjunto la película no es perfecta, aguanta bien el ritmo y salva hasta los momentos más inverosímiles como el ejército ninja del Gran Via 2. Ni siquiera ese epílogo azucarado, innecesario y masticado consigue estropear la sensación de haber presenciado un fantástico espectáculo tan enorme como cercano, universal y, sin embargo, hecho en casa.

Recomendado para desacomplejados de mente abierta al cine español de género.
No recomendado para los que no crean en el amor como motor de una historia.

23 de marzo de 2013

Terror emocional

Mamá (Mama, 2013)

Dirección: Andy Muschietti
Guión: Neil Cross, Andy Muschietti y Bárbara Muschietti.
Intérpretes: Jessica Chastain, Nikolaj Coster-Waldau, Megan Charpentier, Isabelle Nélisse, Daniel Kash.
Fotografía: Antonio Riestra
Música: Fernando Velázquez

El salto del corto al largo no es un camino fácil en ningún género pero, en cualquier caso, siempre va bien tener un buen padrino. Guillermo del Toro decidió apostar fuerte por el argentino Andy Muschietti que presentaba ya sus credenciales (a modo de currículo) en su sobrevalorado cortometraje Mamá (del que ha surgido la película). Aquel trabajo, impactante y bien resuelto, parecía más un tráiler del filme que ahora nos ocupa que no una obra en sí misma. Lo que Guillermo del Toro vio probablemente en esa breve pieza fueron las posibilidades de una idea y un cierto criterio estético a explotar.

Finalmente, Mamá (el largometraje) ha resultado caminar sobre una historia bastante sólida, un guión coherente con sus personajes y menos trampas de las habituales del género. Sin embargo, en tanto que no nos toman el pelo, tampoco termina de ser una película demasiado innovadora. El hecho de que no se juegue todas sus cartas a un final sorpresa es, no obstante, de agradecer.

Muschietti ha decidido que los personajes (femeninos) son la mejor baza de su película. Y así es. Jessica Chastain borda el papel de madre por sorpresa y lo llena de carisma y personalidad. También las dos niñas (especialmente, la pequeña) están espléndidas: tiernas o espeluznantes, según convenga. Por su parte, Nikolaj Coster-Waldau hace todo lo que puede, aunque parece que no se le ha permitido formar parte de la fiesta todo lo que él hubiese querido.

Así las cosas, esta apuesta por el reverso tenebroso del amor de madre, triunfa en lo emocional y eso la salva. Pero algunos giros de guión (por ejemplo, ciertas muertes) son demasiado previsibles y el abuso de los recursos baratos de cine de terror norteamericano (es decir, los sustos forzados por la música) le restan credibilidad. Se notan, por otra parte, las influencias del cine japonés (incluso del manga) y de películas españolas como El orfanato, El espinazo del diablo o Los otros. Desgraciadamante, al menos de momento, Muschietti no es Bayona, del Toro ni Amenábar.

Recomendado para los amantes del cine de terror con una fuerte carga emocional.
No recomendado para aquellos que odien toda historia que huela a blockbuster.

17 de marzo de 2013

Una fábula asfixiante

Animals (2012)

Dirección: Marçal Forés
Guión: Marçal Forés, Enric Pardo y Aintza Serra.
Intérpretes: Oriol Pla, Augustus Prew, Dimitri Leonidas, Roser Tapias, Javier Beltrán, Martin Freeman.
Fotografía: Eduard Grau

La obsesión de los cineastas por retratar los dramas y desventuras de personajes adolescentes viene ya de lejos. Directores como Gus Van Sant o Larry Clark han puesto su mirada en la crisis existencial que supone el paso de la infancia a la madurez con resultados muy notables. En esa misma fascinación por los jóvenes, Marçal Forés apoya todo el peso de su ópera prima: una historia a medio camino entre una fábula contemporánea y un thriller onírico. Lejos de ser un retrato generacional, Animals juega con la ambigüedad a crear un universo extraño pero intimista, para mostrarnos nuestra propia alma en la singularidad de lo que estamos viendo.

Esa ambigüedad en la narración, uniendo lo real con lo irreal, lo objetivo con lo imaginario, es lo que engrandece al filme. La resolución de distintos sucesos de la trama a base de simbolismos es elegante e inteligente y nos acerca sin remedio, hasta la empatía total, al mundo emocional del protagonista: Pol (un Oriol Pla dando lecciones de sobriedad y economía interpretativa). La soledad, la locura y la muerte están siempre presentes en este relato tan asfixiante como la incomunicación pubescente.

A través de esos ojos atormentados, Forés nos explica que la pérdida de la inocencia, la lucha contra los propios sentimientos y el descubrimiento de la sexualidad pueden ser una experiencia dolorosa e incluso insoportable. Y que ese dolor puede ser lo único que nos haga sentir vivos. En este torbellino de confusión y sufrimiento, el único consuelo es un oso de peluche hablador, amigo fiel como el Ted de Seth MacFarlane pero con el corazón de una de las criaturas de Donde viven los monstruos (Where the Wild Things Are, 2009). El uso de este juguete tan tierno como siniestro podría quedarse en un obvio subrayado de la necesidad del protagonista de seguir siendo un niño y, sin embargo, alcanza auténticos momentos de poesía visual.

Las referencias a los cómics, la cultura pop y la música independiente terminan de dotar de personalidad al conjunto. Así como la curiosa mezcla idiomática y cultural anglo-catalana (participación de Martin Freeman incluida). Si algo se le puede reprochar a esta nueva obra de la factoria ESCAC es un clímax algo americanizado, con pinceladas de película de terror, excesivo y prescindible, que contrasta con la sobriedad del resto de la historia, aunque no deja de ser coherente con la escalada de violencia que se nos ha estado contando.

Recomendado para bichos raros con sensibilidad especial.
No recomendado para quienes repelen la ambigüedad de la existencia.

14 de marzo de 2013

Risas pasajeras

Los amantes pasajeros (2013)

Dirección y guión: Pedro Almodóvar
Intérpretes: Javier Cámara, Raúl Arévalo, Carlos Areces, Cecilia Roth, Hugo Silva, Lola Dueñas, Blanca Suárez, Miguel Ángel Silvestre.
Fotografía: José Luis Alcaine
Música: Alberto Iglesias

Cuando una película se hace esperar demasiado, ocurre que acaba teniendo que luchar con las propias expectativas que ella misma ha creado. Ha sucedido antes, por ejemplo, con secuelas de franquicias muy taquilleras o con proyectos eternos de directores de culto. Los amantes pasajeros es la primera comedia de Pedro Almodóvar desde Mujeres al borde de un ataque de nervios (1988) y el resultado, puede que de forma inevitable, ha sido para muchos una decepción. En estos 25 años han cambiado muchas cosas, empezando por el propio Almodóvar. De los geniales despropósitos que fueron sus primeras películas (testimonio en celuloide de la Movida) a la que ahora comentamos, existe un abismo insalvable de frescura, espontaneidad y chispa que nadie sospechaba que se hubiera perdido por el camino.

Lo peor de Los amantes pasajeros, divertida y muy simpática, es lo que pudo ser y no fue. El mismo Almodóvar reconoce que se sentía en deuda con todos aquellos que le pedían que volviese al humor. "Si no lo había hecho antes, era porque no me salía", ha declarado. Pues bien, puede que la clave sea esa. El mejor Almodóvar no es el que planifica una película al milímetro pensando en todos los públicos, edades y países, ni el que se esfuerza en complacer, ni el que se modera, sino el que filma desde las entrañas, sea tragedia, humor o melodrama.

Por eso, aunque el filme lo tiene todo para que funcione (situaciones ingeniosas, un reparto de lujo con interpretaciones brillantes, una buena ambientación estética y musical...), el guión no está definitivamente a la altura. La historia tiene un buen comienzo y progresa a un ritmo correcto pero, en algún momento, nos damos cuenta de que la sensación de in crescendo es falsa y que las carcajadas que esperamos solo llegarán en momentos muy puntuales. Como comedia alocada, es demasiado sensata; como gamberrada, demasiado prudente. Nadie se mea en la cara de nadie, por hablar en términos almodovarianos. Y cuando, por fin, las cosas empiezan a salirse un poco de madre, es demasiado tarde y algo desalentador.

En definitiva, no tiene la velocidad, ni la energía, ni la gracia de Mujeres al borde de un ataque de nervios (1988), aunque la comparación pudiera ser injusta. Esto no es motivo, sin embargo, para no esperar el siguiente proyecto de Almodóvar con devoción, dado que su carrera ha alcanzado en los últimos años una etapa de brillante madurez con experimentos tan maravillosas como La piel que habito (2011), sin ir más lejos. Incluso si vuelve a atreverse con la comedia, aplaudiremos su decisión, pero la próxima vez que no sea para saldar una deuda.

Recomendado para almodovarianos poco exigentes.
No recomendado para los que busquen reírse sin parar.